¿Prender fuego, hacer brasas, poner la parrilla? Déjense de jorobar, la parrigás de Juan es un soplete que cocina el asadito en unos minutos (aquí los choris ya habían volado). ¿Cómo? ¿Que no hay como el asado tradicional? Puede ser, pero miren la foto que sigue:
¿No le hacen un tirito a este vacío? Miren el juguito que corre hasta por el baúl del auto...
Digan la verdad, ¿no es una de las mejores actividades el salir a ramalear con un amigo, comerse un asadito tranquilo a la sombra de un árbol, lejos de teléfonos, de la histeria citadina y de toda fuente de problemas provenientes de la "civilización"? A no tener dudas de que esto es una evasión inteligente al estrés cotidiano, es un excelente "cable a tierra". ¿Qué más se puede pedir? Lindas estaciones, desvíos misteriosos, extraños edificios... Bueno... un trencito de postre no vendría mal por ejemplo...
Como les comentaba, esto de ramalear con Juan ya es todo un ritual que incluye a su vez varios rituales. Lo primero que hago por ejemplo es empezar por preparar itinerarios, mapas, GPS y todo lo que pueda ayudar en la ramaleada, mientras que Juan se encarga del "apoyo logístico", o sea casi todo lo demás, lo que no es poco se los puedo asegurar; de hecho muchas de las fotos y videos nunca podría haberlos hecho sin su ayuda.
El día de ramaleada lo comenzamos saliendo tempranito y una vez en viaje arrancamos con una rueda de mate (otro "sagrado" ritual), previa compra de la ración de hidratos de carbono recomendada por la OMS, o sea unas facturitas y criollos para acompañar la mateada. Aquí hay otro ritual que involucra a las panaderías elegidas: si vamos hacia el norte compramos en Jesús María en una panadería cerca de la estación, donde además de los tradicionales productos de panificación suelen haber unas gringas espectaculares despachando; si vamos para el este, compramos en Piquillín, si vamos al sureste Oncativo es la elegida; si vamos para el sur, la cosa es en Despeñaderos, y si vamos al oeste, en Cosquín o Carlos Paz.
Ya llegados al primer destino, empieza el ramaleo, cuya base está en caminar y "fisgonear" todo lo que se pueda. Antes llegaba a una estación y normalmente filmaba el edificio, y con el zoom solía enfocar las señales y nada más. Si era estación con empalme de ramales, me llegaba hasta allí y filmaba lo que había. En los últimos años habiéndome aficionado a la fotografía le tomé el gusto a caminar más los cuadros de estación; y a veces los ramales mismos si son trazados de montaña (las vías rectas me aburren), realmente es fascinante caminar las trazas serpenteantes, viendo obras de arte, señalamiento y todo lo que acompaña al tendido ferroviario; uno termina caminando entre 5 y 10 kilómetros al final de la jornada (bueno para quemar las calorías ingeridas, je je je). Tal vez haga solamente 4 ó 5 estaciones por día, pero me tomo el tiempo suficiente para recorrer lo más que se pueda, tomando imágenes de todo lo que veo y si pinta, charlar un poco con gente del lugar (si son ferroviarios, mucho mejor). Juan, que también es aficionado al ferrocarril, prefiere mirar un poco las estaciones y los pueblos por donde pasamos, nada más. Eso sí, además del mate se encarga del asadito, que es el novísimo y último ritual incorporado hace no mucho tiempo a nuestras ramaleadas (hartos a veces de buscar un lugar para comer, o de que nos arranquen la cabeza por una comida cualquiera, o de perder dos horas para que nos atiendan).
Al regreso, el mate vuelve a acompañarnos otra vez (en invierno), y si se hace muy tarde, el asadito sobrante del mediodía seguro no llegará a destino, en estos tiempos no es cuestión de tirar nada caramba. La jornada finaliza con un último y también sagrado ritual: yo puedo estar desmayándome del cansancio tras una ramaleada, pero dejo a cada uno de los que me acompañan en la puerta de su casa, hotel o donde sea que esté parando, nunca me perdonaría dejar a alguien tirado por ahí, cansado tanto como yo, portando bolsos, cámaras, etc, a merced del pésimo transporte público de Córdoba o de cualquier delincuente que lo pueda hacer sonar; sólo cuando me aseguro que todos llegaron bien, recién me vuelvo a mi casa con el auto, es algo que realmente hago con gusto.
Bueno, dejémonos de pavadas y sigamos ramaleando que para eso estamos aquí, nos espera otra hermosa estación, ¿me acompañan?.
SAN JOSÉ:
Empezamos nuestra recorrida por San José (ubicada en el pueblito conocido como San José de las Salinas) por el sector sur de la estación. Hasta este lugar se extendía una vía auxiliar, cuyos restos aún están a la derecha de la principal. Vista hacia Tucumán.
Girando la cámara tenemos esta vista hacia Retiro. El paragolpes de la vía auxiliar estaba a la izquierda de donde estoy parado.
Esto es lo que queda del tope, sólo algunos durmientes clavados en el suelo. La enrieladura aún está y asoma por sobre la tierra de vez en cuando. Noten que a pesar de estar las Salinas Grandes apenas a unos 2 kilómetros al oeste, la vegetación es bastante tupida.
La señal de entrada lado Retiro. Ya se adivinan algunas instalaciones en el cuadro de estación. Vista hacia Tucumán.
La "vista aérea" desde la señal es ésta mirando hacia Retiro.
Girando la cámara tenemos esta vista hacia Tucumán.
El empalme de la vía segunda no sólo está instalado, sino que funciona y se utiliza. Es que aquí se detienen los trenes descendentes para esperar el auxilio desde Deán Funes (cuando hay locomotora disponible), o si no, se coloca la formación en vía segunda, se lo corta, y parte de él es llevado a Deán Funes, para luego regresar la máquina liviana a llevar el resto. Vista hacia Tucumán.
Nos acercamos al paso a nivel lado sur, a la derecha la vía segunda (la vía auxiliar empalmaba con ésta, pero ya no queda nada de eso). Vista hacia Tucumán.
El empalme de la vía tercera en perfectas condiciones. Es que aquí no solamente hay una cuadrilla firme, sino que ésta se ocupa de mantener todo en condiciones, se nota que vienen de la época de FA, tienen pasión por su trabajo, llevan al ferrocarril muy adentro. Siempre que visité San José encontré el pasto cortado (pasto que debe ser regado porque si no se seca) y las instalaciones en condiciones. A la derecha, entre los árboles, asoma una vivienda de cuadrilla que veremos en detalle más adelante. Vista hacia Tucumán.
El tanque de agua debió abastecer a un sinnúmero de vaporeras sedientas. Un ex maquinista me comentaba que en verano haciendo maniobras, en todas las estaciones y desvíos en la zona de las salinas la temperatura alcanzaba tranquilamente los 60º C en la cabina de una máquina a vapor.
Extrañas construcciones en el terreno ferroviario. ¿Pertenecieron al ferrocarril?
Estos vagoncitos se quedaron en vía 3 por problemas de frenos. Noten que con pintura en aerosol verde se les pintó las letras "CF".
Desde la vía tercera, vista hacia Retiro. Entre las vías 1 y 2 se distinguen los restos del hidrante, mientras que a la izquierda aparecen las raras construcciones que les mencioné con anterioridad.
Lo que quedó del hidrante, siempre vista hacia Retiro.
Otra vista del tanque desde la zona de vías.
Y por qué no una vista hacia Retiro desde este lugar. A la izquierda, detrás de los vagones, hay pequeñas viviendas que parecen haber pertenecido a cuadrillas.
Me fascinan estas estaciones, entre otras cosas porque todavía circulan trenes (como lo veremos más adelante). Cientos de veces me tocó visitar pueblitos perdidos con sus estaciones abandonadas o sin vías, por eso ver trenes y vías pulidas en estos lugares es una bendición.
Esta es la vivienda que les mencionaba cuando veíamos el empalme de la vía tercera, parece haber pertenecido a las cuadrillas.
Ahora entramos a otra zona de cuadrillas, ésta ubicada cerquita de la estación y en uso. Miren ese particular descarrilador de zorras con elevador incluido para inspección técnica.
Un letrero de SOE anunciando una obra está pegado a una construcción perteneciente a las cuadrillas.
Estos son los nuevos vestuarios construidos.
El "descarrilador con elevador" en primer plano. Nunca vi uno igual a este.
El nuevo vestuario al lado de las viejas viviendas de cuadrilla.
Y por fin arribamos a la estación. Miren lo que les decía del pasto bien cuidado, lo que le da un toque especial a esta árida zona. Vista hacia Tucumán.
Otro descarrilador de zorras, sólo que este conduce a un galponcito.
En el mismo lugar de la foto anterior y mirando hacia Retiro tenemos esta vista. Noten a la izquierda las pilastras de durmientes nuevos.
Un vagón cisterna y otra tolvita. También el tanque lleva las letras "CF" pintadas con aerosol. ¿Será parte de la revolución iniciada con los concesionarios en materia de lenguaje ferroviario y significa que el vagón sencillamente "Cagó Fuego"? Bromas aparte, esas iniciales las vi pintadas (siempre con aerosol) en muchos vagones del Belgrano, estuvieran funcionando o no, ¿alguno sabe qué significa?
Una sencilla pileta construida sobre una de las paredes de los sanitarios, esta también habrá refrescado a los viajeros.
El nomenclador lado Retiro apenas insinúa el nombre de la estación.
Una vista del nomenclador y la estación. Es un edificio muy bonito a pesar de la falta de pintura y tiene además un estilo único, hay otro igual en Totoralejos y no sé si habrá alguno similar en otro lugar.