El imponente edificio de la estación contrasta con lo pequeño del poblado. Fue estación de primera, habilitada para pasajeros, cargas, encomiendas, hacienda y telégrafo.
Visto desde afuera la construcción se mantiene en buen estado, solo se nota que la vegetación ha avanzado sobre la galería. En cambio en su interior la mitad de la estación está abierta y allí se nota que ha sufrido el accionar del tiempo, el descuido y los vándalos. La restante mitad, del lado de Copetonas está cerrada debido a que allí funciona la Capilla de Nuestra Señora del Rosario.
Galería avanzada por los yuyos. En recuadro acceso a la capilla.
A excepción de la estación solo los sanitarios quedaron de lo que fue el predio del ferrocarril.
COPETONAS
A medida que pasaba la hora y el sol se posicionaba más alto en el cielo, no solo aumentaba la temperatura sino también el polvo del camino. Justo es destacar que los mismos están en buen estado, quizás un poco duros, pero bueno, dos meses sin lluvias no pueden hacer milagros
A 24 km llegamos a Copetonas, pueblo que ya presenta algunas calles asfaltadas y su estación ocupada por la Patrulla Rural.
Vista desde el exterior del edificio de Copetonas.
El edificio vuelve al estilo más pequeño de construcción, del tipo de Energía o Santamarina, y está muy bien preservado pese a algunos retoques en los tanques de agua y algunos caños que se encuentran a la vista en un lateral del mismo. Frente a la galería crecieron algunas plantas que impiden un poco la vista desde el frente de la estación.
Copetonas, estación de primera categoría, inaugurada en 1912.
En sus épocas de esplendor, Copetonas contaba con desvíos particulares, entre ellos el correspondiente a Bunge y Born y a la Cooperativa Agrícola.
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