Vista exterior de la estación Gouin. (Mayo ’07).-
Galpón de material de la estación Gouin. (Julio ’07).-
El pueblo de Gouin, según el censo del año 2001, contaba con 134 habitantes, exactamente la misma cantidad que diez años antes luego del censo anterior. Y pensar que llegó a tener casi 1000 almas durante su época de esplendor.
La fundación data del 14 de abril de 1908 y estuvo a cargo de la Compañía Franco Argentina de Tierras. Debe su nombre al fundador de la empresa ferroviaria Compañía General de Buenos Aires.
Vista de la galería de la estación con mi compañera de viajes (mi señora Carmen), y Mónica Maidana con su hijo Lucas, amigos que desafiaron la tierra del camino para acompañarme en esta pasión. (Julio ’07).-
Desde hace unos años la estación de Gouin fue recuperada como un centro gastronómico. La tarea de reformular este entrañable lugar estuvo a cargo de la Sra. Graciela Aguilar, quien además de preservar el mobiliario y el edificio ferroviario, instaló el “Restaurante La Estación”, donde se pueden disfrutar ricas comidas en un ambiente bien ferroviario. Gente amable y dispuesta a mostrar y a contar historias del lugar (en julio ’07 volvimos para dar fe de lo que decimos).
Imagen de la hermosa estación de Gouin, y en el recuadro vestida de restaurante. (Mayo y Julio ’07).-
Todos los meses de Diciembre el Pueblo de Gouin se viste con sus mejores galas para recibir a todos aquellos visitantes que se acerquen para participar de la “Fiesta Provincial del Pastel”, donde no solo se pueden degustar los mejores pastelitos bonaerenses, escuchar buena música y compartir con toda esta gente linda, sino que además se elige a la mejor pastelera de la fiesta.
Almacén de Ramos Generales (1915); boletera; carretón (siriaca) y reloj. (Mayo ’07).-
Telégrafo y comunicaciones; galería; señal y sanitarios. (Julio ’07).-
Ventanilla de la boletería; indicador de trabajos de cuadrillas de vías y balanza. (Julio ’07).-
Hasta aquí llegó la segunda etapa de nuestro recorrido, dejando atrás un día de intensas sensaciones, lugares y gentes valiosos y un sol que acompañó el viaje y que lentamente se estaba yendo, era hora de volver a casa.
La promesa de volver ya estaba hecha.
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