XI – Juancho
Ubicación geográfica: 37° 9’ 9” S, 57° 5’ 3” W – Clase: Estación – Código (s/manual 1964): línea 3/4, ramal 34, estación 3942 – Posición dentro del ramal: Entre General Madariaga y Macedo – Distancia desde la cabecera: 335 km – Habilitaciones (s/manual 1958): Pasajeros y equipajes, encomiendas, cargas, telégrafo, hacienda – Tipología constructiva: FCS 1901-1908 – Toponimia: Zona conocida desde el siglo XIX como “Montes Grandes de Juancho”, perteneciente a los herederos de Felicitas Guerrero de Álzaga. Enrique Udaondo, en su libro Significado de la nomenclatura de las estaciones ferroviarias de la República Argentina (Buenos Aires, Ministerio de Obras Públicas, 1942, pp. 179 y 180), notifica que Juancho era el nombre de una pequeña laguna de los pagos del Tuyú, a su vez diminutivo afectuoso del nombre Juan; también señala que en el campo suele decírsele “juancho” al zorro.
Hasta la habilitación del ramal a Pinamar, Juancho fue una de las dos estaciones más cercanas a las playas de Villa Gesell (la otra era Macedo); y aunque en folletería de otras décadas se la mencionaba como la parada lógica para este balneario, lo cierto es que estaba a casi veinticinco kilómetros de su centro y por un camino que no era directo, lo cual obligaba a los pasajeros a combinar con transporte automotor. Antes de Gesell, para el verano de 1912-1913 y quizá desde un tiempo antes, ya estaba funcionando un ferrocarril decauville particular con cabecera en Juancho, tendido para transportar materiales a las obras hoteleras del balneario Ostende (pionero de los lugares turísticos de la región). Finalizadas las obras, este decauville siguió siendo utilizado durante algunas temporadas para el transporte de pasajeros, hasta que fue levantado.
Lo único que hoy se ve en Juancho es la estación y un almacén enfrente; pero cabe aclarar que muchos años atrás —concretamente, en 1882— la legislatura provincial había dictado una ley para crear un pueblo en la zona. Esto nunca se cumplió, y no hay constancias de un supuesto viaje que hiciera el gobernador Dardo Rocha para colocar una piedra fundacional. Años después, la llegada del Ferrocarril Sud tampoco consiguió desarrollar un poblado. Por haber sido el fin de la primera etapa habilitada del ramal, en los mapas e incluso en ciertos documentos oficiales solía destacarse Juancho en lugar de Madariaga. Todavía en 1958, año de la confección del Manual de estaciones citado en nuestra introducción, a efectos prácticos se consideraba que tal o cual estación podía estar ubicada “entre Guido y Juancho” o “entre Juancho y Vivoratá” (la excepción era precisamente Juancho, por interpretarse que era una articulación entre las dos secciones).
Su edificio es igual al de Madariaga y, como dijimos, es el último en su estilo dentro de este ramal. Después de 1978 fue saqueado. La ordenanza municipal 857/96 declaró a la estación “Monumento Histórico y Patrimonio de la Cultura e Historia Madariaguense”, pero al buen estado en que se encuentra hoy llegó solo tras la restauración de un hombre a quien la empresa Ferrobaires le alquila el predio.
Juancho originalmente contaba con una mesa giratoria —que aún puede verse semioculta por la maleza— y un galpón de máquinas. Desde su desafectación del sistema, el nulo tránsito hacia Vivoratá hizo que las vías poco a poco fueran tapándose por el barro y la vegetación, aunque por trechos sus rieles son fácilmente distinguibles.
Juancho: una construcción en medio del campo.
El nomenclador.
El logotipo de Ferrobaires, toscamente pintado en un anexo.
Otro pequeño edificio dentro del cuadro.
Galpón.
Entre los yuyos se asoma la mesa giratoria.
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